martes, 24 de febrero de 2009

la cueva



en navidad la habían llevado allí; la habían llevado para cuidar la casa, decían, para ser compañía para los niños, cuidarlos también. pero los niños no eran angelitos, ni mucho menos y ella termino enfadándose con ellos y la echaron a la calle, así, sin nada, y sin saber donde ir, y aun hacia frió, llovía. había encontrado este sitio, en realidad solo una pequeña cueva pero seca y calentita con la hoja secas que le servían de cama; estaba mucho mas delgada, no encontraba gran cosa para comer y a veces iba al pueblo a pedir, y algunos le daban un poco de pan o unas sobras, pero otros le gritaban o intentaban pegarla, y había una vieja que le tiraba el cubo de agua de fregar si se acercaba mucho, y es que ya no era tan guapa y no le brillaba el pelo como antes. pero pasaba muchas horas durmiendo entre las hojas secas, y se alejaba poco de la cueva, escondiéndose allí dentro, temblorosa, cuando se acercaba alguien.

ahora empezaba el verano y se acercaba mas gente de paseo, y se quedaban mucho rato los domingos haciendo barbacoas, los niños gritando y jugando al pilla pilla o con balones, pero ella sabia que no la encontrarían si no se asomaba, y por la noche cuando se habían marchado, ella salia de su cueva para ver si habían dejado algo para comer hasta un día, cuando estaba mirando todo el desorden que había dejado los domingueros, se dio cuenta que no estaba sola, sino que un hombre, sentado bajo un árbol, la estaba mirando. "hola", dijo en voz baja, "hola preciosa" - y ella, asustada, se dio la vuelta y volvió corriendo a la cueva donde ella sabia que nadie la encontraría; pero el día siguiente, casi de noche, volvió a ese lugar, hambrienta, y sorprendida vio que el hombre también había vuelto, sentado en el suelo, apoyado en el tronco del árbol, comiendo "hola preciosa, vives aquí? tienes hambre? toma ...? y le ofreció lo que tenia en la mano. pero ella aun tenia miedo y el lo percato lanzado el trocito de bocadillo a su alcance. ella lo cogió y se lo llevo mas lejos para comérselo.

a partir de entonces ella iba todos los días al mismo lugar, y allí estaba ese hombre, y todos los días el le traía algo para comer, y cada día, ella se retiraba un poco menos del hombre para comer, hasta que un día, olvidando su miedo, ella cogió el trocito de bocadillo de su mano mientras el le susurraba y le contaba lo que había hecho en el trabajo, en casa y ella se acercaba, deseando algo mas que un trocito de bocadillo. y el hombre, adivinando, lentamente le tendió una mano y le toco la frente con la punta de los dedos: "que bonita eres, que dulce" y ella, feliz dejo que le acariciara su cuerpo delgado.

los días empezaban a ser mas cortos, las noches mas frescas, y ya se caían las primeras hojas amarillentas del arbol donde se sentaban; y ella todos los días esperaba ansiosa la llegada del hombre, ya no tanto por el bocadillo que traía siempre, sino por su compañía, su calor. y un día, cuando las nubes ya eran mas oscuras y amenazaban lluvia, después de merendar, el saco un paquete de su mochila y dijo "te he traído un regalito" y lo abrió, y dijo "ven, preciosa, no tengas miedo, déjame ponértelo" y despacito y suavemente, le abrocho el collar en su cuello. "ahora vente a casa conmigo y no pasaras frió - te cuidare y te enseñare a ser feliz. vente mi perrita preciosa".

se puso de pie y tiro suavemente de la correa y ella, por un momento tuvo pánico y dio un paso hacia atrás, y miro hacia arriba y vio esos hermosos ojos y la sonrisa dulce de ese hombre, y, llena de confianza en su Amo empezó a andar alegremente a su lado.

tramp