Los kumquats o quinotos (Fortunella spp.) son un género de árboles y arbustosfrutales de la familia de las rutáceas, estrechamente emparentados con los cítricos (Citrus spp.), con los que son capaces de hibridarse. Son originarios de China; su nombre proviene del cantonés gam1 gwat1 (chino: 金橘, pinyin: jīnjú, "naranja dorada"). Fueron introducidos a Europa en el siglo XIX. Hoy se cultivan en el sur de Europa y en algunas regiones de Estados Unidos como frutal, además de en su zona de origen. El fruto es un hesperidio oblongo u ovoide, de hasta 5 cm de largo, cubierto por una fina y aromática piel amarilla, anaranjada o roja con glándulas oleicas claramente visibles, comestible. La pulpa está segmentada, y es ligeramente ácida, de color naranja. (wikipedia)
vivimos en la zona norte de la ciudad en una urbanizaion del tipo 'pueblo andaluz' de casitas adosadas blancas entre medio de chalets bonitos y bien cuidados donde los maridos sacan los cortacespedes a las 9 de la mañana los domingos mientras las mujeres preparan las tortillas y filetes para la playa.
el chalet justo en frente de nuestra casa pertenecia a un matrimonio mayor, danes, que vivia aqui los 6 meses de verano, pero pasaba el verano en su pais para no pasar tantos calores. mientras estaban fuera, mi marido cuidaba el jardin pequeño pero bonito y la piscinita de agua cristalina, y a cambio guardabamos nuestro coche alli, a la sombra, sin problemas para aparcar entre tantos vehiculos de matricula extranjera y madrileña. alli tomabamos el sol, nos bañabamos tranquilamente.
entre tantas plantas, contra el muro del jardin, dando un poco de sombra hay un kumquat grande, bonito, sus hojas verde oscuro brillante, a veces salpicado con sus frutos pequeños color naranja. y aprendi a saborearlos, lamiendolos con la punta de mi lengua, sintiendo esa piel calida, sedosa; mordiendo, recibiendo una explosion de zumo tan fuerte que me saltaban las lagrimas; masticando la piel tan fina, dulce como la miel, aromatica como las mandarinas en navidad, haciendome olvidar el sabor agridulce del primer mordisco. y el matrimonio danes, siempre generoso y elegante en sus modales, me regalaba bolsas llenas de kumquats cuando maduraban sabiendo que me gustaban, y dejaban que todos los que pasaban cogiesen los frutos que estaban a su alcance.
pero ya decidieron que eran mayores para pasar temporadas aqui, y vendieron la casa a una familia joven, ruidosa, de los que nunca saludan, que tienen fiestas escandalosas hasta las 3 de la madrugada, cuyos hijos y sus amiguitos pasan ratos largos haciendo 'bombazos' y gritando en la piscina a la hora de la siesta. y el kumquat. a ellos no les gusta que la gente coja las naranjitas, y han podado las ramas que sobresalian por encima del muro para que nadie pueda alcanzarlas, aunque a ellos no les gusta, y quizas ni siquiera saben que son deliciosos, y las dejan caer al suelo y las tiran a la basura.
y mi hijo ha crecido y ha terminado sus estudios y ha empezado a trabajar, y con su primer sueldo ardiendo en su bolsillo ha ido al mercadillo de los lunes a gastar dinero; y me ha traido una maceta negra, plastica con un arbolito precioso, de brillantes hojas oscuras protegiendo sus pequeños frutos agridulces. hemos quitado esa maceta horrible y hemos metido el kumquat en un macetero magnifico cuadrado de terracota del tamaño perfecto para ese rincon abrigado del patio donde puedo verlo desde la ventana de la cocina.
y un dia, regando las plantas, me di cuenta, mi precioso arbol tenia menos hojas, cada vez menos, y las que quedaban tenian agujeros - algo lo estaba comiendo - ya no los frutos porque ya no habian. y yo, cada dia, mirando como precia estar muriendose lentemente, ese maravilloso arbolito que me habia regalado mi hijo hasta que un dia se lo enseñe al jardinero quien me dio unas perlitas preciosos blancos y celestes para poner alrededor del tronco: y cada mañana aparecian caracoles, muertos, caracoles pequeñitos anacarados como los que se sirven picantes en vasos en los bares, caracoles lisos con rayas, caracoles grandes marrones moteados, caracoles largos con forma de cucurucho, todos muertos.
pero las hojas de mi kumquat seguian cayendose hasta dejar solo un triste esqueleto asi que decidimos sacarlo del patio y lo hemos dejado en el jardin detras de la casa en un rincon del cesped al lado de los escalones que llegan a la puerta, en la sombra del viejo aguacatero frondoso, y lo visito todo los dias y lo acaricio suavemente y le susurro, y veo como se esta erguiendo, como le estan saliendo nuevas hojas tiernas, brillantes, alegres.
y esta mañana, entre tantas hojas la vi .... una flor, pequeña, blanca, fragil como el encaje mas delicada
quizas el año que viene volvere a saborear esa explosion agridulce en mi boca. quien sabe, incluso puede que hayan bastantes para hacer mermelada .......
y casi olvidaba - ese hueco en el patio donde tanto sufria el arbolito - hemos puesto alli otra planta, cuyas hojas se estaban secando y que ahora se ha recuperado y no deja que los caracoles la coman
Publicado a las 17:49 del 05 de Julio de 2008
con tristeza he recibido noticias de la muerte repentina del hombre danes que me regalaba los kumquats. cada vez que como alguna de esas frutas, pensare en el. gracias, Sven.
Publicado a las 14:27 del 29 de Julio de 2008
ya aparecen los primeros frutos, pocos, pequeños, verdes, y ahora los caracoles no son mas que un recuerdo insignificante.
Publicado a las 11:46 del 06 de Agosto de 2008
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