miércoles, 8 de septiembre de 2010

mariposas de colores

Llegue a mercadona y compre lo que me había dicho - coca-cola, agua, algo para recogerme el pelo (con la prisa había dejado la gomilla en la mesa) y el pan. Estaba nerviosa cuando guardaba las cosa e el coche, se me cayeron las llaves 3 veces, la compra, el móvil. Y llego el, sonriendo. Bajo de su coche y nos acercamos, yo con la cabeza muy inclinada, temblando, me tendió la mano y puse la mía en la suya y se inclino besándola. Luego me beso la frente y con sus manos apenas tocándome me acaricio todo el cuerpo susurrando cosas suaves, dulces mientras me ayudaba a subir al coche donde volvió a besarme en la cara, en la boca diciéndome que no me preocupara, solo íbamos a ir a un sitio a hablar, empezar a conocernos y salimos del garaje, el hablándome de el, de cosas, tranquilizándome, su mano descansando en mi pierna ligeramente cuando no tenia que sujetar el volante.

llegamos a un polígono, un rincón abandonado el único local ocupado siendo un taller de motos harley, pero el ultimo a unos 50m del taller y que había sido un punto de encuentro para parejas ahora esta destrozado, sus grandes escaparates ahora montones de cristales, todo diáfano con dos hermosos pilares redondos, las paredes de ladrillo desnudo.


El me abraza, besos de mariposa en mi cara, dedos de mariposa en mi cuerpo como un amante, susurrándome cosas bonitas y de repente un beso en la boca, duro, su lengua tomando posesión y sus manos levantando mi falda hasta la cintura - y mira mis bragas, negras, pequeñas como me había dicho y me ordena quitármelas y me ayuda a hacerlo. Y baja del coche y se acerca a la puerta del copiloto y la abre y se baja la bragueta mientras con la mano izquierda me agarra la garganta, justo debajo de la mandíbula obligándome a abrirme la boca, y me invade la garganta y soy incapaz de moverme, de resistir, de impedir las arcadas, de respirar. Bruscamente se aleja y me hace bajar del coche y seguirle hasta el local, apoyar mis manos contra el pilar, mi cuerpo inclinado, mis piernas separadas, mi falda subida por detrás y siento los primeros azotes de manos expertas y luego el dolor de la penetración.

Ya no recuerdo, es imposible recordar, en que orden sucedieron las cosas – imposible porque algo paso en mi mente de sumisa, pendiente solamente de mi Señor pero recuerdo la fusta en mis pechos, dejando allí sus huellas, como mariposas de colores, ora rosa, ora azul, ora morado; recuerdo el rincón invisible desde la calle, sucio, donde estoy doblada, apoyando mis manos en la pared, mi frente tocando los ladrillos, semi-desnuda solo con la falda enrollada por la cintura (me ordeno entregarle mi sujetador y camiseta y los tenia en su bolsillo); recuerdo el dolor de algo duro penetrándome la vagina – el puño de la fusta, y los movimientos rítmicos de la fusta rozándome las piernas cuando volvió a sodomizarme, ahora mas rápido, mas fuerte, mas a gusto ya que estoy mas relajada, confiada.

Y cuando se cae la fusta de donde estaba sujeta da dos pasos hacia atrás y la recoge y me dice que me vaya al coche, así, casi desnuda, acercándose a la puerta a mirar. Y mirándome intensamente me mociona con la mando, y cabeza inclinada, empiezo a andar hacia el, y salgo por la puerta y ando, casi desnuda, los 5 o 6 metros hasta el coche. Me siento, y el se me acerca, de pie agarra de nuevo a mi cuello y entra en mi garganta, jugando con mis arcadas cada vez mas violentas y de repente llena mi boca, mis mejillas con su esencia contento, complacido.